La administración surge naturalmente. Bien o mal se administra el hogar, el patrimonio, etc. Muchos de los grandes empresarios demuestran que es posible administrar con el sentido común. Sin embargo, en casi todos los casos, el crecimiento de las empresas conlleva administar científicamente, profesionalizar muchos de los cargos claves de la empresa y formar una estructura burocrática, que permite la especialización del trabajo y aumentar la eficiencia.
El proceso de crecimiento y maduración de las empresas hace necesario recorrer caminos más difíciles que han sido estudiado por expertos y otros empresarios.
Los principios y teorías derivados de esos estudiosos facilitan el trabajo de los nuevos gerentes, de los empresarios que se han hecho a puro pulso y que desean mantenerse y llegar a mucho más lejos de lo esperado.
El empresario requiere madurez y entregar a otros colaboradores la parte operativa por el tamaño de la empresa y lo agresivo del mercado.
Debe dedicar más tiempo a garantizar la permanencia de la empresa en el mercado, planteando estrategias novedosas, estableciendo nuevas relaciones con distintos proveedores o distribuidores, consiguiendo aliados desarrollando a la empresa hacia su entorno. Acá es donde la administración y la gerencia entran en acción, para conformar una cultura de la planeación, de la responsabilidad, de la autonomía y de la delegación.
Una decisión bien tomada, una idea innovadora, un nuevo aliado, puede ser equivalente en costo y utilidad a 1000 despachos, 1000 ordenes a los empleados, 500000 pesos en una compra, etc.
El hombre más valioso es el gerente que conoce tanto su empresa que sabe hacer todo. Esa experiencia y conocimiento es la materia prima para desarrollar y hacer competitiva la empresa, es decir garantizarle un futuro exitoso.
Las organizaciones aprenden, se van adaptando al medio ambiente cambiante en el que se desarrollan con el fin de permanecer en el tiempo y no desaparecer.
Dejar una contestacion