En toda pequeña y mediana empresa existen equipos de trabajo. Serán ellos los que llevarán adelante la actividad productiva de la empresa, así como también la comercialización y la administración.
Cualquier persona sabe que su función dentro de un equipo está delimitada, pero los límites son imprecisos ya que, si hace falta, va en busca de la ayuda de cualquier compañero. En cualquier ocasión se puede necesitar la ayuda del otro, por eso es muy importante cuidar la relación interpersonal.
Sin embargo, en todo trabajo de equipo siempre hay tareas no tan gratificantes ni tan vistosas, y dada las expectativas de cada uno de los participantes, alguien inmaduro tenga la tentación de resistirse.
Estas tareas no tan favorecedoras llegan a convertirse en un problema a la hora de realizar el trabajo. Por lo general el personal piensa: «esto ya lo tuve que hacer tiempo atrás y no voy a pasar por los mismo otra vez» o «no me acuerdo y no lo sé hacer».
Una de las leyes del trabajo en equipo es la complementariedad. Muchas veces el rol se confunde con el estatus profesional.
Cuando el perfil de los integrantes tiene un adecuado grado de homogeneidad, es conveniente diseñar rotaciones en las tareas. Sino el trabajo en equipo, la complementariedad se desvirtuaría y sólo se llegaría a un estatus.
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